La exploración espacial ha aportado a la humanidad avances sin precedentes en materia de ciencia, tecnología y comunicaciones, pero también ha dejado un legado imprevisto: la basura espacial. A medida que la órbita de la Tierra se llena cada vez más de satélites fuera de servicio, piezas de cohetes gastadas y otros desechos, aumenta el riesgo para las misiones espaciales actuales y futuras. La mitigación de los desechos espaciales no es sólo una preocupación medioambiental; es una cuestión de seguridad para los astronautas y de la viabilidad continua de la exploración espacial. Este artículo analiza el creciente problema de los desechos espaciales, las medidas que se están adoptando para mitigar su impacto y el futuro de la gestión de la basura espacial.
El creciente problema de los desechos espaciales
Los desechos espaciales, a los que a menudo se denomina “basura espacial”, incluyen una amplia gama de objetos desechados que han quedado abandonados en la órbita de la Tierra. Estos objetos son restos de actividades de exploración espacial, incluidos satélites que no funcionan, etapas de cohetes gastadas, fragmentos de colisiones de satélites y otros equipos inutilizables o abandonados. Desde el comienzo de la era espacial en la década de 1950, la cantidad de desechos espaciales ha aumentado de manera constante, ya que cada nuevo lanzamiento aporta material adicional al creciente problema.
En la actualidad, los desechos espaciales son un problema generalizado y su escala se está volviendo alarmante. Se estima que existen más de 34.000 fragmentos de más de 10 centímetros, junto con millones de fragmentos más pequeños, del tamaño de un grano de arena. Si bien los fragmentos más pequeños pueden parecer insignificantes, viajan a velocidades superiores a los 28.000 kilómetros por hora (aproximadamente 17.500 millas por hora). Esta velocidad es suficiente para causar daños catastróficos si estos objetos colisionan con satélites o naves espaciales en funcionamiento. Los desechos no solo incluyen objetos más grandes y fácilmente visibles, como satélites inactivos, sino también innumerables fragmentos microscópicos generados por colisiones anteriores, lo que hace que su monitoreo y gestión sea cada vez más difícil.
Uno de los principales desafíos a la hora de lidiar con los desechos espaciales es la complejidad y el volumen de los objetos en órbita. Algunos fragmentos son tan pequeños que son casi imposibles de detectar con la tecnología actual, mientras que otros son tan grandes que se pueden rastrear, pero son extremadamente costosos y difíciles de eliminar. A medida que la actividad espacial siga creciendo, especialmente con el auge de las empresas espaciales privadas y las megaconstelaciones de satélites como Starlink de SpaceX, también lo hará la cantidad de desechos. Si las tendencias actuales continúan, los desechos espaciales podrían alcanzar niveles críticos que hagan que ciertas regiones orbitales sean inhabitables para futuras misiones.
Por qué los desechos espaciales son una preocupación
Los desechos espaciales plantean un desafío creciente y complejo para las misiones espaciales actuales y futuras. A medida que el número de objetos en la órbita de la Tierra sigue aumentando, los riesgos asociados con la basura espacial se vuelven más pronunciados. Estos objetos, que van desde fragmentos diminutos hasta satélites fuera de servicio, viajan a altas velocidades, lo que plantea amenazas significativas para los satélites operativos, las naves espaciales tripuladas e incluso la usabilidad a largo plazo de las regiones orbitales. La acumulación de desechos no solo pone en peligro la infraestructura tecnológica, sino que también amenaza la seguridad humana en el espacio. Comprender por qué los desechos espaciales son un problema crítico es clave para implementar soluciones efectivas y garantizar la sostenibilidad de la exploración espacial.
Riesgo de colisión
El peligro más inmediato y evidente de los desechos espaciales es el riesgo de colisión con naves espaciales operativas, satélites u otra infraestructura espacial. Los objetos en el espacio se mueven a velocidades increíblemente altas, e incluso un pequeño fragmento de desechos puede causar graves daños a un satélite o nave espacial. La colisión de dos objetos en el espacio, en particular a las velocidades típicas de la órbita terrestre baja (LEO), puede generar miles de nuevos fragmentos, lo que agrava aún más el problema.
En 2009, por ejemplo, un satélite ruso fuera de servicio, el Cosmos 2251, colisionó con el satélite de comunicaciones activo Iridium 33. Este suceso dio lugar a la creación de varios miles de fragmentos de desechos, algunos de los cuales todavía plantean riesgos para otros satélites en esa órbita. Los daños causados por tales colisiones pueden inutilizar funciones vitales del satélite, lo que lleva a la pérdida de comunicaciones, pronósticos meteorológicos y otros servicios críticos. Dado el creciente número de misiones espaciales y satélites, la probabilidad de futuras colisiones aumenta, lo que podría causar aún más desechos y agravar el peligro.
A medida que más objetos se agolpan en la órbita terrestre, el riesgo de que se produzca el síndrome de Kessler (un escenario en el que la densidad de desechos en la órbita baja terrestre se vuelve tan alta que las colisiones se producen en cascada, creando una reacción en cadena de más desechos) se está volviendo más tangible. La acumulación de desechos podría dejar inutilizables regiones orbitales enteras, lo que cerraría el acceso a infraestructura espacial crítica y complicaría la capacidad de llevar a cabo futuras misiones espaciales.
Riesgos de seguridad para los astronautas
Otra preocupación crítica es la seguridad de los astronautas a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS) y otras misiones espaciales tripuladas. Aunque las agencias espaciales como la NASA y la ESA rastrean activamente los objetos de desecho de mayor tamaño, los fragmentos más pequeños que no son visibles ni fácilmente detectables plantean un riesgo significativo. Estas diminutas partículas, que viajan a velocidades extremadamente altas, pueden penetrar las paredes de las naves espaciales o de los trajes espaciales, lo que puede tener consecuencias catastróficas.
La Estación Espacial Internacional (ISS), que orbita a una altitud de aproximadamente 400 kilómetros (250 millas), está constantemente expuesta a este riesgo. La estación espacial ha sido equipada con un blindaje avanzado para protegerse contra el impacto de desechos, pero el riesgo nunca se elimina por completo. En algunos casos, los desechos pueden ser tan pequeños que pasan desapercibidos hasta que causan un problema, lo que genera preocupaciones constantes por la seguridad de los astronautas en órbita.
A medida que la exploración espacial humana se extiende más allá del sistema solar, especialmente con planes para misiones a la Luna y Marte, la cuestión de los desechos espaciales en la órbita de la Tierra podría presentar un obstáculo importante. Las naves espaciales que viajen más allá de la órbita baja terrestre podrían tener que atravesar regiones abarrotadas del espacio antes de poder siquiera abandonar las inmediaciones de la Tierra.
Impacto ambiental
El impacto ambiental de los desechos espaciales no es sólo un problema de corto plazo. Muchos de los objetos que se encuentran en el espacio permanecen en órbita durante períodos prolongados (décadas o incluso siglos) antes de desintegrarse y volver a entrar en la atmósfera terrestre. Si bien algunos objetos pueden arder al reingresar, fragmentos más pequeños pueden representar una amenaza tanto para la Tierra como para la sostenibilidad a largo plazo de la exploración espacial.
Sin estrategias adecuadas de mitigación, ciertas regiones de la órbita terrestre pueden quedar tan abarrotadas de desechos que se vuelvan prácticamente inutilizables. Por ejemplo, la órbita terrestre baja (LEO), que alberga numerosos satélites y estaciones espaciales activos, corre el riesgo de quedar superpoblada. Si los niveles de desechos en la LEO siguen aumentando sin control, las agencias espaciales podrían tener cada vez más dificultades para lanzar u operar misiones en esa zona, lo que limitaría gravemente actividades críticas como las comunicaciones, el monitoreo meteorológico, la observación de la Tierra y la investigación científica.
La duración de la vida de los desechos espaciales también es un motivo de preocupación. Si bien es posible que los objetos vuelvan a entrar en la atmósfera, el proceso puede llevar décadas y los fragmentos más grandes (en particular, satélites y etapas de cohetes fuera de servicio) permanecen en órbita durante largos períodos. En el peor de los casos, si los desechos espaciales siguen acumulándose, regiones enteras de la órbita de la Tierra podrían convertirse en un peligroso “basurero”, lo que haría que la exploración espacial no solo fuera difícil sino potencialmente peligrosa para las generaciones futuras.
Directrices de la ESA para la mitigación de los desechos espaciales
La Agencia Espacial Europea (ESA) reconoce desde hace tiempo la creciente amenaza que suponen los desechos espaciales y ha fijado como prioridad la elaboración de directrices y tecnologías para prevenir y mitigar su impacto. A medida que la exploración espacial se generaliza, con el lanzamiento por parte de empresas privadas de grandes constelaciones de satélites y la puesta en órbita de nuevas misiones con regularidad, la postura proactiva de la ESA en materia de gestión de los desechos resulta fundamental. Sus esfuerzos tienen por objeto no sólo reducir la creación de nueva basura espacial, sino también abordar la limpieza de los desechos existentes, garantizando la sostenibilidad de las actividades espaciales para las generaciones futuras.
El enfoque de “cero residuos”
Una de las principales iniciativas de la ESA en la lucha contra la basura espacial es el enfoque “Zero Debris”, introducido en el marco de la Agenda 2025. Esta ambiciosa estrategia pretende eliminar casi por completo la creación de nuevos desechos en las órbitas terrestre y lunar para 2030, estableciendo un nuevo estándar de sostenibilidad en el espacio. El objetivo principal de este enfoque es garantizar que no se creen nuevos desechos durante el lanzamiento y la vida operativa de las misiones de la ESA, así como evitar la colisión de objetos existentes que podrían producir fragmentos adicionales.
En el marco de esta estrategia, la ESA está aplicando medidas estrictas para abordar los desechos en todas las fases del ciclo de vida de un satélite, desde el lanzamiento hasta su eliminación al final de su vida útil. Las directrices abarcan el diseño de los satélites, las operaciones de las misiones y las actividades posteriores a las misiones, y se extienden a nuevas áreas, como las misiones lunares, en un momento en que la humanidad busca ampliar su alcance más allá de la órbita terrestre.
Directrices clave para un espacio sostenible
Las directrices de la ESA para la mitigación de los desechos espaciales son exhaustivas y se centran tanto en la prevención de la generación de desechos como en la eliminación de los desechos existentes en la órbita de la Tierra. Estas estrategias están diseñadas para reducir los riesgos tanto para las naves espaciales operativas como para el medio ambiente en el espacio. Algunos de los componentes principales de las directrices de la ESA son:
Eliminación al final de la vida útil
Uno de los principales métodos para minimizar los desechos espaciales es garantizar que los satélites y las naves espaciales se desechen adecuadamente una vez que finalice su vida útil. La ESA exige que todas las misiones futuras se diseñen con planes claros para su eliminación posterior, lo que puede implicar procedimientos de desorbitación o el traslado de objetos a órbitas “cementerio” para minimizar los riesgos de colisión.
- Desorbitando:En el caso de los satélites en órbita terrestre baja (LEO), el método preferido es desorbitar la nave espacial de forma segura al final de su misión. Esto implica utilizar el sistema de propulsión de la nave espacial (o un sistema de desorbitación secundario) para bajar su órbita gradualmente. Finalmente, el satélite vuelve a entrar en la atmósfera, donde se quema debido a la fricción atmosférica. En el caso de los satélites que son demasiado grandes para quemarse por completo, los restos restantes suelen ser lo suficientemente pequeños como para representar un riesgo mínimo para la nave espacial operativa.
- Órbitas del cementerio:Los satélites en órbitas más altas, como la órbita geoestacionaria (GEO), no pueden ser desorbitados de la misma manera. En cambio, estos satélites a menudo son trasladados a una órbita cementerio, una órbita estable, pero de gran altitud, muy por encima del cinturón GEO operativo. Esto reduce el riesgo de colisión con otros satélites y permite un uso más seguro de la región orbital.
Estas estrategias son cruciales porque los satélites que quedan en órbita sin una eliminación adecuada corren el riesgo de colisionar, creando desechos adicionales que persistirán durante años, si no décadas.
Diseñando para la desaparición
La ESA hace hincapié en la importancia de diseñar los componentes de las naves espaciales y los satélites de forma que se minimice el riesgo de generar desechos durante su funcionamiento o al final de su vida útil. Este concepto se conoce como “diseñar para la desaparición” y consiste en crear naves espaciales que se deshagan de forma segura al reingresar a la atmósfera o que se autodestruyan de forma controlada en órbita.
Algunos aspectos clave de este concepto incluyen:
- Ruptura segura:Los satélites suelen estar diseñados con materiales que se desintegran en fragmentos más pequeños e inofensivos al reingresar a la atmósfera, lo que reduce el riesgo de generar desechos que podrían persistir en el espacio. Por ejemplo, el uso de componentes que se desintegran al entrar en contacto con la atmósfera garantiza que estos objetos no permanezcan en órbita.
- Desactivación controlada:Los satélites y las naves espaciales deben contar con un plan de desactivación para garantizar que no se conviertan en pesos muertos orbitando la Tierra una vez finalizada su misión. Esto puede incluir garantizar que las partes no funcionales se quemen o caigan de nuevo a la atmósfera terrestre, en lugar de flotar sin rumbo en el espacio.
El diseño para la desaparición también tiene en cuenta los riesgos potenciales durante la operación de un satélite, garantizando que cualquier falla potencial no resulte en un evento catastrófico, como una explosión o una colisión que genere más escombros.
Prevención de colisiones
La prevención de colisiones entre naves espaciales operativas y desechos espaciales es otro elemento fundamental de la estrategia de mitigación de desechos espaciales de la ESA. Las directrices de la ESA exigen que las naves espaciales estén equipadas con tecnología para evitar colisiones, que incluye sistemas para rastrear los desechos espaciales, así como procedimientos automatizados para evitar posibles colisiones.
- Seguimiento y Monitoreo:Los satélites y las naves espaciales deben poder rastrear objetos cercanos y predecir posibles colisiones. Mediante sensores y sistemas de seguimiento externos, las agencias espaciales pueden detectar objetos de hasta 10 centímetros de tamaño y predecir cuándo un satélite podría encontrarse con desechos.
- Maniobras para evitar:Cuando una colisión es inminente, se pueden realizar maniobras para evitar los restos. En algunos casos, esto implica modificar ligeramente la órbita del satélite para asegurarse de que no se cruce en la trayectoria de un objeto de mayor tamaño. Las directrices de la ESA subrayan que estas maniobras deben realizarse con suficiente antelación para permitir un cambio de trayectoria seguro.
- Blindaje:En situaciones en las que no es posible evitar una colisión, algunas naves espaciales están diseñadas con un blindaje protector para minimizar los daños causados por las colisiones. Esto puede incluir un blindaje de metal o fibra de carbono que absorbe el impacto de los escombros y protege los componentes vitales, como las antenas de comunicación o los sistemas de propulsión.
Los esfuerzos continuos de la ESA para desarrollar e integrar sistemas de prevención de colisiones son fundamentales, ya que reducen la probabilidad de daños a los satélites y la creación de más desechos en el espacio.
Tecnologías actuales y futuras para mitigar los desechos espaciales
La tecnología para mitigar los desechos espaciales está avanzando rápidamente. Actualmente se están probando y desarrollando varias tecnologías clave para eliminar los desechos y evitar que se formen nuevos desechos. Algunas de estas tecnologías incluyen:
Captura y eliminación robótica
Se están diseñando naves espaciales robóticas equipadas con mecanismos de captura avanzados, como redes o arpones, para capturar grandes fragmentos de escombros y guiarlos hasta que salgan de órbita. Una de estas misiones, conocida como ClearSpace-1, es una iniciativa liderada por la ESA que se lanzará en un futuro próximo. La misión tiene como objetivo capturar un fragmento de escombros en la órbita baja de la Tierra y retirarlo de forma segura.
Eliminación de escombros mediante láser
La tecnología láser ofrece una posible solución para eliminar desechos pequeños. Mediante el uso de láseres de alta potencia, es posible alterar la trayectoria de partículas de desechos pequeños, lo que hace que vuelvan a entrar en la atmósfera de la Tierra y se quemen. Si bien esta tecnología aún se encuentra en la etapa experimental, es prometedora para la gestión de desechos más pequeños que pueden ser demasiado difíciles de capturar físicamente.
Correas electrodinámicas
Los cables conductores largos que se pueden utilizar para generar empuje a partir del campo magnético de la Tierra se pueden desplegar desde naves espaciales para ayudar a sacarlas de órbita una vez que ya no funcionan. Esta tecnología se está probando como un método eficaz tanto para la eliminación de satélites como para la eliminación de escombros.
Sensores y sistemas de seguimiento de desechos espaciales
Para mitigar el riesgo de colisiones, son esenciales sensores y sistemas de seguimiento avanzados. La ESA, junto con otras agencias espaciales, ha invertido en la expansión de la red mundial de estaciones de seguimiento de desechos espaciales. Estos sistemas permiten a las agencias espaciales rastrear los desechos en tiempo real y predecir posibles colisiones, lo que permite tomar medidas evasivas oportunas para evitar accidentes.
Inteligencia artificial y aprendizaje automático
La IA y el aprendizaje automático se utilizan cada vez más para predecir y rastrear los desechos espaciales. Estas tecnologías pueden ayudar a identificar patrones, optimizar las estrategias para evitar colisiones y mejorar la eficiencia de las operaciones de eliminación de desechos. La IA también podría desempeñar un papel en la automatización de algunas de las tareas más complejas involucradas en la mitigación de los desechos espaciales.
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El camino por delante: desafíos y soluciones
Si bien se han logrado avances importantes en la mitigación de los desechos espaciales, aún quedan desafíos por resolver. Se espera que el rápido aumento de los lanzamientos de satélites, en particular con el auge de las megaconstelaciones como Starlink de SpaceX, agrave aún más el problema de los desechos espaciales. Nuevos marcos regulatorios, cooperación internacional y tecnologías avanzadas serán cruciales para gestionar el futuro de la basura espacial.
- Desafíos regulatorios. Si bien las directrices de la ESA proporcionan un marco sólido para la mitigación de los desechos espaciales, no existe un acuerdo mundial jurídicamente vinculante sobre la gestión de los desechos espaciales. Será necesario establecer normas reconocidas y de obligado cumplimiento a nivel internacional para garantizar que todos los países con actividades espaciales cumplan las mismas normas.
- Costo y Financiamiento. Muchas de las tecnologías necesarias para la eliminación activa de desechos y la prevención de colisiones aún se encuentran en la etapa experimental. La financiación de estas misiones es un gran desafío, especialmente cuando se trata de ampliar las tecnologías para la eliminación de desechos a gran escala. Las asociaciones público-privadas podrían desempeñar un papel fundamental para asegurar la inversión necesaria.
- Sostenibilidad a largo plazo. Por último, la sostenibilidad a largo plazo de la exploración espacial dependerá del desarrollo continuo de prácticas sostenibles, como el diseño de naves espaciales para operaciones sin desechos y la creación de una economía espacial circular en la que la basura espacial se recicle, se readapte o se elimine de forma segura. Las agencias espaciales, junto con las empresas privadas, tendrán que adoptar un enfoque con visión de futuro para garantizar que el espacio siga siendo accesible para las generaciones futuras.
Conclusión
Abordar el problema de los desechos espaciales es uno de los desafíos más urgentes para garantizar la seguridad y la sostenibilidad de la exploración espacial futura. Cada año que pasa, el número de objetos en la órbita de la Tierra sigue creciendo y, sin las medidas adecuadas para su eliminación y la prevención de nuevos desechos, nuestra capacidad de utilizar el espacio con fines científicos y comerciales estará en peligro. Organizaciones como la ESA están desarrollando e implementando activamente estrategias, incluidas directrices para la mitigación de los desechos y proyectos destinados a retirar los desechos de la órbita.
Los esfuerzos por minimizar la contaminación espacial implican la aplicación de tecnologías para evitar la fragmentación de los objetos existentes, la mejora de los diseños de los satélites para garantizar una desactivación segura y el desarrollo de métodos para retirar de la órbita los desechos de gran tamaño. Sin embargo, junto con las soluciones tecnológicas, la cooperación mundial y la adhesión a las normas y reglamentos internacionales desempeñan un papel crucial. Es esencial que todas las naciones y organizaciones que participan en actividades espaciales asuman la responsabilidad de reducir los desechos espaciales, garantizando un entorno espacial limpio y seguro para las generaciones futuras.
Preguntas frecuentes
Los desechos espaciales, o basura espacial, son satélites que no funcionan, etapas de cohetes gastadas y otros objetos que han quedado en la órbita de la Tierra después de completar sus misiones. Estos objetos representan riesgos para los satélites activos, las naves espaciales y las misiones futuras.
Los desechos espaciales plantean riesgos importantes para los satélites y las naves espaciales en funcionamiento. Incluso los fragmentos más pequeños de desechos, que viajan a gran velocidad, pueden dañar o destruir infraestructuras espaciales valiosas. A medida que aumenta el número de objetos en órbita, aumenta la probabilidad de colisiones, lo que puede generar aún más desechos y hacer que la exploración espacial sea más peligrosa.
Se están poniendo en práctica diversas estrategias para reducir los desechos espaciales, entre ellas el diseño de satélites con capacidad de desorbitarse, el cumplimiento de las directrices de mitigación de desechos y la investigación de tecnologías para la eliminación activa de desechos. Organizaciones como la ESA y la NASA están liderando los esfuerzos para garantizar que las futuras misiones contribuyan con la menor cantidad posible de desechos.
Sí, hay investigaciones e iniciativas en curso destinadas a desarrollar tecnologías para eliminar activamente los desechos espaciales. Estas incluyen métodos como la captura y desorbitación de objetos grandes utilizando brazos robóticos o láseres, así como técnicas para rastrear y evitar los desechos para minimizar el riesgo de colisiones. Sin embargo, la escala del problema significa que la eliminación de los desechos existentes será un esfuerzo a largo plazo que requerirá la colaboración internacional.